Saturday, June 07, 2008

02 y 03 de mayo, 2008.... El peor golpe a la nación de Birmania

EL CICLÓN NARGIS:
Las estimaciones del número de muertes dentro de Birmania en las primeras horas tras la catástrofe se situaron en torno a 22.000, con aproximadamente 41.000 personas desaparecidas.
Como a resultado el gobierno declaró cinco regiones —Las divisiones de Yangon, Ayeyarwady, Bago y los estados de Mon y Kayin como zonas catastróficas. Se destruían miles de edificios; en la ciudad de Labutta, situado en la División Ayeyarwady, la televisión estatal informaba de que habían colapsado un 75% de los edificios y un 20% tenían sus techos arrancados.

Se cree que se trata del ciclón tropical más mortal al mundo desde el ciclón de Bangladesh de 1991, que mataba por encima de 138.000 personas. Como mínimo 10.000 personas resultaron muertas en la ciudad de delta de Bogale.


Desde un primer momento, ante la magnitud del desastre, los ofrecimientos de ayuda a los damnificados llegaron desde todos los rincones del mundo, tanto de países afines al régimen militar que gobernaba Birmania como China, a la práctica totalidad de los países occidentales con la Unión Europea y Estados Unidos a la cabeza, así como de la ONU que inmediatamente movilizó a todos sus organismos implicados en la respuesta a desastres naturales y que como primera medida, en una reunión que tuvo lugar en Bangkok trazaron un plan de acción cuya prioridad se fijó en intentar reabrir las carreteras bloqueadas para poder llegar a todas las áreas afectadas.
No obstante, desde un primer momento toda esta movilización internacional para ayudar a las victimas se encontró con el escollo de la Junta Militar birmana que desde el principio puso toda clase de trabas para que la misma pudiera llegar de forma fluida a las zonas afectadas.
La Junta, cuyas relaciones con occidente eran en el momento de la catástrofe de extrema tensión, por la exigencia de que acometiera reformas democráticas, si bien desde las primeras horas aceptó la ayuda internacional, la llegada de la misma se estrelló de frente con la estricta normativa que se aplicaba en el país para permitir el ingreso de extranjeros, lo cual hizo desde el principio muy complicada la acción de las distintas ONG´s y organismos internacionales.
La prueba de esta actitud de poner trabas a la ayuda internacional llegó cuando Maung Maung Swe, ministro de Protección Social de Birmania aclaró en una rueda de prensa celebrada en la ciudad que Rangoon horas después de la catástrofe que "Los equipos de expertos extranjeros que vengan a Birmania tendrán que negociar con el ministerio de Relaciones Exteriores y las más altas instancias para que se les permita el acceso".
Las críticas a la Junta Militar arreciaron cuando se dio a conocer que el Servicio de Metereología de la India había avisado a los dirigentes birmanos de la inminente llegada del ciclón 48 horas antes de que esta se produjera. Ante esta situación, la Junta Militar se apresuró a asegurar que habían avisado a su población con tres días de anticipación difundiendo la información en los medios de comunicación locales. Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial, organismo dependiente de las Naciones Unidas informó de que había sido imposible corroborar la información con fuentes independientes. Además de esto, Naciones Unidas también culpó directamente al gobierno de Birmania de no tener previsto un sistema de alerta precoz para evacuar a la población, lo que habría podido ser responsable directo de miles de muertes en esta tragedia.

El primer gran cargamento con ayuda internacional no llegó a Birmania hasta cinco días después del paso del Nargis. Se trató de cuatro aviones Hércules con material de emergencia del Programa Mundial de Alimentos (PMA) que arribaron en la antigua capital del país, Rangoon en medio del desconcierto y la descordinación reinantes. Tan sólo un día después el mismo PMA se vió obligado a suspender los vuelos de emergencia después de que 38 toneladas de equipo y alimento fueran confiscadas por el ejercito birmano.

Dos semanas después de la catástrofe desde Naciones Unidas se calculaba que más de 2,5 millones de personas se habían visto afectadas en mayor o menor medida por el ciclón. Al mismo tiempo, y pese a que las cifras oficiales de víctimas facilitadas por el gobierno birmano hablaban de unos 38.500 muertos y 27.838 desaparecidos, desde Cruz Roja internacional calculaban que el número total de muertos podía ascender a 128.000.

El 23 de mayo de 2008 el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon se convirtió en el primer dignatario extranjero en la historia que visitó la nueva capital de la Birmania: Naypyidaw, en el escenario de la crisis humanitaria desatada tras el paso del ciclón Nargis por el país, consiguiendo por parte del número uno de la Junta militar, el generalísimo Than Swe, "el compromiso de permitir la entrada de todos los trabajadores humanitarios, sea cual sea su nacionalidad", así como la aceptación por parte del régimen de que el aeropuerto de Rangoon fuera utilizado como plataforma internacional para la distribución de la ayuda.

Unas horas antes, el jueves 22 de mayo, desde el seno de la Unión Europea se había aprobado una resolución que contemplaba la posibilidad de juzgar a los miembros de la Junta Militar birmana por crímenes contra la humanidad en el caso que dicha Junta persistiera en su actitud de impedir que la ayuda humanitaria llegara a los damnificados por el Nagris. El texto, que fue aprobado por 524 votos a favor, 3 en contra y 13 abstenciones reclamaba a los gobiernos de la Unión Europea que "ejerzan presión" para que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas remitiera el asunto al Fiscal de la Corte Penal Internacional. Asimismo, instaba a los gobiernos más ideológicamente afines a Birmania como el de la India y China a ejercer su influencia para permitir "el acceso inmediato" de ayuda.
El domingo 25 de mayo, poco más de tres semanas después del paso del ciclón Nargis, el primer ministro de Birmania Thein Sein anunció, en el marco de la conferencia internacional celebrada en Rangoon, que daba por concluída la fase de asistencia a las víctimas y que desde ese momento la prioridad de su gobierno se centraba en la reconstrucción. Pese a la promesa de la Junta Militar unos días antes al Secretario de la ONU de permitir incondicionalmente la entrada de todos los copeerantes fuera cual fuera su nacionalidad, Sein puntualizó que sólo se aceptaría a aquellos grupos que estuvieran interesados en la rehabilitación y reconstrucción.

Hasta ahora, la cifra de muertos ha seguido incrementando. Primero, por el paso arrasador de Nargis, luego, por la falta de agua, ayuda, rescate, comida y ahora enfermedades. Hasta ahora, según fuentes oficiales, se ha registrado 78, 000 muertes, pero la junta militar siempre oculta la realidad, se dice que puede haber al menos unos 100, 000 muertos.

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